Del 30 de julio al 5 de agosto de 2025, la Tierra fue testigo de una serie de desastres destructivos que muestran que vivimos en una era de cambios globales.
En Indonesia, el volcán Lewotobi Laki-Laki entró en erupción dos veces en pocas horas, expulsando ceniza a una altura de hasta 18 km.
China sufrió inundaciones mortales en Pekín que se cobraron decenas de vidas, Australia fue azotada por nevadas y granizadas anómalas, y el Reino Unido padeció la tormenta Floris, rara por su intensidad. Tormentas de arena en Perú paralizaron ciudades enteras, mientras que en Rusia —desde Carelia hasta la región de Krasnodar— se registraron tornados, flujos de lodo y lluvias extremas.
Los científicos de ALLATRA advierten: todo esto son eslabones de una misma cadena provocada por la ciclicidad astronómica. En este momento, nuestro planeta atraviesa un período de desastres naturales a gran escala que se producen cada 12 000 años.
El acontecimiento más inquietante de la semana fue el megaterremoto de magnitud 8.8 en Kamchatka, uno de los más potentes de toda la historia de las observaciones. Provocó el desplazamiento de la península, cientos de potentes réplicas y el despertar de volcanes dormidos, incluido el volcán Krashenínnikov, que llevaba más de 500 años sin actividad.
Lo que estamos presenciando no es solo una manifestación de la actividad del Cinturón de Fuego del Pacífico, sino el resultado de la presión creada por una gigantesca pluma magmática: un flujo de materia incandescente que asciende desde las profundidades de la Tierra bajo Siberia, con epicentro en la zona de la ciudad de Norilsk. Es decir, el mecanismo de este terremoto es distinto, y por lo tanto, el desarrollo de los acontecimientos también será diferente.
Por eso, el potente terremoto en Kamchatka no es el final. Es solo el comienzo. Y la próxima catástrofe puede ocurrir donde menos se espere.
Mientras tanto, representantes de la comunidad científica, especialmente en Rusia, siguen negando lo evidente y transmitiendo a la sociedad que “todo está bajo control”. Su opinión se presenta en los medios como la única correcta, aunque a menudo carece de un análisis serio o de verificación desde el punto de vista de otras ciencias. Sin embargo, se ofrece al público como una verdad absoluta.
También se difunde la idea de que, gracias al potente terremoto M8.8, se ha descargado la tensión de las placas y que en los próximos años, e incluso décadas, no cabe esperar grandes eventos sísmicos.
Si no se adoptan a tiempo medidas para la desgasificación planificada del foco, es decir, de la pluma magmática Siberiana, en un plazo de cinco años terremotos comparables en magnitud al de Kamchatka se producirán en todo el mundo con una periodicidad semanal.
Este episodio no es solo una crónica de desastres. Es una señal para cada uno de nosotros: ha llegado la hora de mirar la verdad de frente, dejar de ignorar los hechos y buscar soluciones reales.
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