Isla de Santorini, Grecia
Más de 11.000 personas abandonaron apresuradamente la isla griega de Santorini debido a un intenso enjambre de terremotos. La actividad sísmica en la región comenzó el 24 de enero. Los epicentros de los sismos se ubicaron a lo largo de una falla tectónica, cerca de los volcanes Santorini y Kolumbo. El 1 de febrero, la frecuencia y magnitud de los temblores aumentaron drásticamente, y en solo tres días, la isla se sacudía cada pocos minutos.
Islandia
El 2 de enero, en la zona del volcán Grjótárvatn, se registró una serie de temblores que duró aproximadamente 40 minutos. Cabe destacar que la última erupción de este sistema volcánico ocurrió en el siglo X de nuestra era.
El 14 de enero, en la parte noroeste de la caldera de Bárðarbunga, se detectó un intenso enjambre sísmico. El temblor más fuerte alcanzó una magnitud de 5,1. Lo más preocupante es que su epicentro se ubicó a solo 100 metros de profundidad.
Islas Marianas del Norte
El volcán submarino Ahyi, ubicado en la cadena de las Islas Marianas del Norte en el océano Pacífico, muestra signos de activación. El análisis de imágenes satelitales tomadas el 2, 10 y 18 de enero reveló la presencia de una pluma de agua decolorada, un indicador característico de actividad volcánica. El 9 de enero, esto también fue confirmado por sensores de presión submarinos instalados cerca de la isla Wake.
Indonesia
En enero de 2025, el volcán Ibu, en Indonesia, mostró un brusco aumento en su actividad. En los primeros 20 días del mes, Ibu entró en erupción más de 1000 veces.
Etiopía
En la región del Gran Valle del Rift de Etiopía, también se ha registrado un incremento en la actividad sísmica y volcánica. En Etiopía, el volcán Erta Ale es conocido por su lago de lava, que ha existido durante gran parte de las últimas décadas. Sin embargo, el 13 de enero de 2025, una erupción volcánica hizo que la lava no solo llenara el cráter, sino que, por primera vez en 20 años, superara sus límites y alcanzara las zonas de campamentos turísticos.
Isla de Hawái, EE. UU.
En Hawái, EE. UU., continúa la erupción del volcán Kilauea, que comenzó a finales de 2024. Desde el inicio de la erupción, se han registrado ocho episodios de expulsión de lava, el más reciente ocurrido el 3 de febrero. Además, en las localidades cercanas se han encontrado finas fibras de vidrio volcánico, conocidas como "cabellos de Pele", que pueden representar un riesgo para el sistema respiratorio humano.
Supervolcanes
Los supervolcanes representan una amenaza aún mayor. En el pasado remoto, sus poderosas erupciones provocaron catástrofes globales, destruyendo toda la vida en el planeta. En la actualidad, en sus gigantescas calderas suelen ubicarse grandes ciudades, lo que aumenta el riesgo en caso de una posible erupción.
El volcán Sakurajima se encuentra dentro de la caldera Aira, considerada uno de los supervolcanes más peligrosos del planeta. Desde el 20 de enero, la Agencia Meteorológica de Japón informó sobre un aumento en la actividad volcánica. Hasta finales de enero, se registraron varias erupciones explosivas, con columnas de ceniza que alcanzaron 2700 metros sobre el cráter y la expulsión de fragmentos de roca volcánica a distancias de hasta 1300 metros.
El 5 de febrero, en la zona del supervolcán italiano Campi Flegrei, se registró un terremoto de magnitud 3,1, con un hipocentro a una profundidad de aproximadamente 2 km. En total, durante un período de 5 semanas, se han registrado 281 terremotos, con magnitudes de hasta 3,3. En la región se observa un aumento de la actividad sísmica.
El estado de la caldera volcánica genera una creciente preocupación, ya que en la zona roja, es decir, en sus inmediaciones, viven casi medio millón de personas. Este aumento de la actividad puede explicarse por varios factores.
En primer lugar, el núcleo de la Tierra está siendo afectado por una influencia cósmica externa, lo que le proporciona energía adicional.
Como resultado de la conversión de esta energía en calor, el manto terrestre se calienta, el magma se vuelve más fluido, se intensifica el flujo de calor endógeno desde el interior hacia la superficie y se forman nuevos focos magmáticos.
En segundo lugar, el océano mundial, contaminado con plásticos, ya no puede disipar eficazmente el calor proveniente del interior de la Tierra, lo que también contribuye a la acumulación de energía interna en el planeta.
Por estas mismas razones, no solo se intensifican los procesos geodinámicos, sino también los cambios climáticos a gran escala y los desastres naturales.
Esta dinámica coincide completamente con el modelo matemático presentado por un grupo internacional de científicos hace algunos años. Y las proyecciones para 2025 no auguran nada bueno.
Sin embargo, en lugar de centrarse en la raíz del problema y buscar soluciones, la humanidad sigue ocupándose de todo, excepto de lo que realmente es necesario para la supervivencia de la civilización.
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