Refugiados. Realidades de la supervivencia en el mundo moderno

20 enero 2022
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El documental “Refugiados” se estrenó el 4 de diciembre de 2021 en la conferencia "Crisis global. La hora de la verdad”

Según la ONU, en 2021 el número de refugiados superó los 84 millones de personas, y su número no para de aumentar. En el mundo actual, civilizado y seguro para algunos, millones de personas huyen de sus hogares, empujadas por la guerra, sufriendo la violencia y los abusos de los derechos humanos, experimentando desastres climáticos.

Huyen, nadan, van salvando sus vidas, con la esperanza de encontrar refugio en un lugar más seguro. Pero en realidad, los refugiados se encuentran en un nuevo "infierno": condiciones de vida inhumanas, sin refugio ni comida, sufriendo hostilidad, palizas y violencia. Nadie los acoge, nadie los quiere.

"Fue un viaje terrible. Estábamos solos mi marido y yo en una silla de ruedas, durante cuatro días. Fue duro. Nunca, nunca lo olvidaré... Ningún campamento, nada en absoluto. Nos abandonaron. Sólo aceptaban sirios, así que sólo podíamos contar con nosotros mismos..." - dice Soma, una refugiada de Irak. Su marido y ella abandonaron su país hace siete años y llegaron a Turquía, pero sus documentos siguen pendientes del ACNUR. Soma dice que prácticamente nadie se ocupa de ellos, y que debido a la falta de documentos la situación de su familia en el país es muy inestable, y que luchan constantemente por sobrevivir.

¿Qué obliga a la gente a abandonar sus hogares?

Jumakan Alikuzaj cuenta cómo llegó a Alemania: "Vengo de Afganistán, tengo 25 años. Cuando llegué a Alemania, tenía 17, y hasta ahora nadie me ha ayudado. Tengo muchas dificultades. Mi camino fue muy difícil y peligroso. Fue muy difícil en Irán y también en Bulgaria. Durante 5 días y noches estuvimos caminando por las montañas sin comida, sólo había galletas o algo que teníamos en la mochila... El camino fue muy duro. No fuimos en coche, caminamos desde Afganistán hasta Alemania. Si no hubiera habido guerra en Afganistán, podría haberme quedado allí con mi familia. Dejé a mi familia por culpa de la guerra. Perdí a mi padre en la guerra”.

La gente que ayuda a los refugiados cuenta cosas terribles sobre sus realidades que ni siquiera se le ocurrirían a una persona común. Una mujer de Suecia, cuyo nombre e identidad se mantienen en secreto por razones de seguridad, contó un horrible ritual de "bacha bazi" realizado en Afganistán por un clan de bandidos: "Buscan a un chico guapo. Y cogen a ese chico, lo maquillan y baila para ellos por la noche. Y ese chico está obligado a ir con un hombre con quien le dicen que vaya. Y abusan sexualmente de él. Llevé a tres de ellos a un hospital en Suecia para que los operaran. Todos estaban muy dañados por dentro. Una incluso tenía gusanos allí". 

La anarquía de la civilización

Sí, hoy existen leyes y convenios internacionales que protegen a los refugiados, pero sólo sobre el papel. En realidad, estas personas, que huyen de ciertos peligros, en nuestro mundo "civilizado" se enfrentan de nuevo a amenazas a la vida y a la salud, a la persecución y a la violencia.

El refugiado del Congo, el Príncipe Okitafumba Domba, habla de su vida en Sudáfrica: "Es un país muy bueno. Pero el único problema al que nos enfrentamos es la violencia xenófoba. Porque aquí no les gustan nada los extranjeros. No vives un mes sin que te ataquen por motivos xenófobos. Dicen que como extranjero les robas el trabajo.

He perdido la esperanza de vivir en una sociedad maravillosa. No sé, he perdido la esperanza porque veo que matan a la gente, veo que disparan a la gente delante de mí. Y el miedo que siento ahora mismo es por mis dos hijos. Todos los días escucho pensamientos en mi cabeza: "Podría pasarle a mi hijo, podría pasarme a mí". No tengo paz por eso. He perdido esa paz".

Trata de personas

Sí, las leyes de la sociedad de consumo no protegen a los refugiados. Los campamentos que se organizan para ellos no reúnen las condiciones para una vida normal, sino que a menudo se convierten en una nueva trampa, donde las personas son sometidas a la violencia física y psicológica. Hoy en día, la migración forzada está inextricablemente ligada a constantes violaciones de los derechos humanos. Son los refugiados los que más a menudo se convierten en víctimas del enorme y multimillonario negocio de la trata de personas. Se les vende para obtener órganos, para fines sexuales o para trabajos forzados...

"En el norte de África, incluso en Libia, había un mercado donde se vendían personas por setenta, cien o doscientos dólares. Se obligaba a los jóvenes a trabajar gratis, es decir, prácticamente como esclavos...

Estamos hablando de tráfico de personas, que incluye a mujeres y niños pequeños. Estamos hablando de dos millones de personas cada año. Es decir, estamos hablando de un número enorme de personas que son objeto de trata con fines que no tienen nada que ver con la humanidad", comentó Ria Abu El Assal, decimotercer obispo anglicano, jefe de la Iglesia Episcopal en Jerusalén y Oriente Medio. 

Cualquiera de nosotros puede convertirse en  un refugiado mañana

La situación de los refugiados muestra muy claramente la crisis de la sociedad moderna, donde el dinero se valora por encima de la vida humana. Las personas que han emigrado de otros países suelen ser vistas como la escoria de la sociedad. Pero si prestamos atención al cambio climático global en el planeta, es obvio que cualquiera de nosotros podría convertirse en un refugiado mañana. Miles de millones de personas se desplazarán en busca de un lugar seguro para sobrevivir cuando las catástrofes naturales afecten a sus hogares... ¿Y luego qué?

Una oportunidad de salvación

Hoy necesitamos cambiar el formato de la sociedad de consumo por uno creativo. Necesitamos aprobar leyes que protejan a las personas, sus vidas y su seguridad, no los capitales privados de los individuos. Todavía estamos a tiempo de construir la Sociedad Creativa, donde las personas sean un apoyo para los demás, donde la vida de cada uno de nosotros sea valiosa e intocable.

Refugees. The Unexpected Truth

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